lunes, 28 de enero de 2013

ÑuÑuticia - Algunas reflexiones como madre y como psicóloga al descubrir ÑuÑu


Me paso que a los tres meses de amamantamiento tuve una mastitis; por supuesto que con mucha fiebre. Me acobarde y ante el llanto de mi hijo, mi malestar e inexperiencia estuvimos de acuerdo, mi marido y yo de darle una mamadera a nuestro bebe Fernando. Cuando mejore y me toco ir con mi bebe al control pediátrico de rutina el doctor me recomienda mamaderas de leche de una marca conocidísima y una popilla que fabrica una famosa empresa de alimentación de origen suizo. Sucedió que cada vez que introducía la mamadera en la boca de mi nene (de tres meses) se daba vuelta y se ponía a llorar. La papilla terminaba escupida en el babero, también acompañada por el llanto.
Una escena patética fue cuando una vez nos quedamos mi marido, mi suegra y yo impotentes al ver al nene a gritos, rechazando estas “comidas de bebe”.
Recién se calmo cuando me lo prendí al pecho.
Sugirió entonces la siguiente preguntas en mi mente: “Mientras que le daba el pecho el acto de comer le producía placer y le calmaba sus angustias; ¿Por qué ahora no? ¿Por qué llora?
Aquí comenzó mi investigación hasta que llegue a ÑuÑu.
Tuve que armarme de coraje, no me anime de entrada porque me parecía muy raro “eso” de que un grupo de personas se reuniera para hablar de amamantamiento.
Otra de mis grandes dudas fue “A los tres meses un bebe tienen que comer o no”.
Pues como toda madre inexperta del tema ante versiones tan dispares: de los profesionales y demás personas que aconsejan se llena de confusión y se encuentra como “perro en chancha de bochas” sin saber que hacer.
Así llegue a mi primera reunión de ÑuÑu de la que me fui no demasiado convencida de lo que se trataba. Algo me quedo en claro: hasta los seis meses o mas el bebe no necesita otra cosa que el pecho para alimentarse.
Volví a casa y como gota de agua sobre un tronco seco de mi cabeza comenzaron a resurgir conocimientos de mi formación, docente y profesional. Spitz habla de la boca como cavidad primaria como única zona perceptual especifica desde el nacimiento; dice también que “el reflejo de asir el pezón con los labios en combinación con el succionar representan la única conducta dirigida del instante al nacer. Mas adelante dice que “por que al nacer los reflejos localizados dentro de la cavidad oral son los mas específicos y seguros de todos, pues dichos reflejos hacen que se produzca la única conducta humana dirigida, aun cuando no intencionada.” O sea que para el bebé el mundo le entra por la boca y de entrada esa boca busca un pezón. Refiriéndome a los pediatras, no creo que exista ninguno que por principio sostenga que la leche materna sea perniciosa. Sin embargo se escuchan en la consulta lo siguiente “yo estoy de acuerdo señora con que leche el pecho, pero…” y acá viene “tiene que darle vitaminas”, si nota que ni tiene mas leche déle una mamadera de tal producto; “no aumenta lo suficiente por que su leche no le alcanza”.
Entonces la mama que hasta ese momento estaba tratando de superar los trances de las primeras semanas de amamantamiento y el nene que ya se prendía al pezón succionándose en el regazo de su madre, encuentran que en su relación incipiente de nuestro conocimiento aparece un tercer elemento extraño que trata de imponerse en un primer plano en esta relación que es “lo que dice el doctor”.
Al nene estos nuevos elementos que le dan no le gustan nada y la mama temerosa e inexperta no sabe que hacer, “pero si lo dice el doctor tienen que ser así”. “resultado la relación entre madre e hijo se ve interferida, y si el nene rechaza “lo que según el doctor le hace bien” comienza la típica historia: “Que trabajo me da este chico, no me toma los remedios. El “malo” de la película pasa a ser este nene. Hasta que al final pueda aceptar estas cosas por condicionamiento. Así es como queda desplazado el dialogo, placentero tanto para madre e hijo en el que cada uno daba y recibía y crecía, por las imposiciones. Estas me recuerdan a los experimentos de Pavlov con el perrito al que a determinada hora se le daba comida, sonaba una campanilla y el estomago segregaba el jugo gástrico al oír solamente la campanilla. Bah, se acostumbro. Que lucha, eh.
Me pregunto: entonces, si ya de entrada le ofrecemos este modelo de aprendizaje ¿Qué espacio queda para el dialogo y el juego de la que tanto se habla en la educación moderna. La propuesta de ÑuÑu de reunir a las madres y los padres (que son pocos los que puedan venir) para plantear sus dudas y dialogar acerca de sus experiencias me pareció un “cable a tierra” de muchas teorizaciones que hasta ahora solamente encontré en los libros. Estas reuniones me ofrecen un marco de libertad y ya a la vez de continencia para expresar todas mis dudas y para hablar de estos elementos extraños que interferencias en mi relación madre-hijo.

Lic. Adrianda Strauss de Nieto
Psicologa

No hay comentarios:

Publicar un comentario