lunes, 2 de febrero de 2015

Un polémico estudio desaconseja la presencia del papá en el parto



El trabajo asegura que las mujeres sienten más dolor al dar a luz si están con su pareja. Debate por el uso de cámaras y la pérdida de intimidad.
Por Noelia Veltri

Ante la pregunta: “¿Mi amor, vos vas a presenciar el parto de nuestro hijo, no? son pocos los hombres que se niegan. Sin embargo, los que deseen hacerlo ahora tienen la excusa perfecta. Es que un estudio realizado por el University College of London, en Reino Unido, concluyó que la presencia del padre en el nacimiento de los hijos puede agravar la sensación de dolor en algunas mujeres y complicar el parto. 

La investigación publicada en la revista Social Cognitive and Affective Neuroscience tomó en cuenta dos cuestiones centrales en un parto: la sensación de dolor y el factor emocional. Para esto se realizaron “pinchazos” con luz láser en los dedos de 39 parturientas, tanto en presencia como en ausencia de los papás. Luego, mediante resonancias magnéticas, se midió la reacción de ellas ante el dolor. Los resultados –sostenidos por un cuestionario que debía completar cada pareja– fueron concluyentes: estando acompañadas por sus hombres, las mujeres experimentaban dolores más intensos.

Esta tesis tiene un antecedente firme, ya que el obstetra francés Michel Odent propone hace ya algunos años detener la “masculinización” del alumbramiento (ver recuadro). Según Odent, la presencia del cónyuge produce adrenalina en la mujer parturienta, lo que la hacer sentirse más tensa.

Sin embargo, el tema despierta polémica, ya que tanto en Gran Bretaña como en casi todo el resto del mundo –Argentina no es la excepción, ya que incluso existe una ley que obliga a los centros de salud a permitir que la parturienta esté acompañada– el 95% los hombres están presentes durante el nacimiento de sus hijos.
“Hoy es muy difícil pensar en una mujer sola en la sala de partos, situación que desde el punto de vista médico no influye. Lo más importante es que la paciente elija pensando qué va a necesitar, y que en caso de estar, el hombre se asesore y entienda que se trata de un momento emocionante pero también complicado para quienes son impresionables”, señaló a PERFIL Mario Sebastiani, del equipo de Obstetricia del Hospital Italiano de Buenos Aires.

Límites. Cuando los hombres están ahí para brindar su apoyo, todo funciona perfectamente pero, ¿qué pasa cuando los límites se corren y en lugar de sostén el hombre se vuelve protagonista ayudado por la tecnología? Por ejemplo, en octubre de 2014, el cantante británico Robbie Williams grabó seis videos cantando y bailando mientras su mujer realizaba el trabajo de parto y después los subió a Instagram. A nivel local, Wanda Nara y Mauro Icardi se sumaron a la tendencia. Apenas terminada la cesárea, aún en el quirófano, Icardi tomo una selfie donde se puede ver a su hija Francesca sobre el pecho de Wanda y la publicó en Twitter.

“Esta necesidad de hacer público un hecho personal y de la pareja lejos de ayudar, perjudica y multiplica la sensación de incomodidad. La experiencia de un nacimiento hay que vivirla con los ojos. Por eso creo que poner una lente de por medio no es lo más conveniente. Así se los hago saber a mis pacientes que luego lo conversan con sus parejas”, opinó Leonardo Mezzabotta, jefe de Obstetricia del Sanatorio de Los Arcos.

Atrás quedaron las intenciones de la pareja de que sea Icardi quien haga la sutura de la cesárea. “Es la propia banalización del parto lo que genera que se le quieran dar al hombre tareas que son de dominio médico, que representan un riesgo, que no tiene sentido desde el punto de vista emocional y para las cuales se necesita entrenamiento. Es querer establecer un protagonismo no adecuado”, concluyó.

“En el alumbramiento debe reinar lo femenino”

“Defiendo el parto ‘mamificado’, que realce nuestro costado mamífero”, afirmó a PERFIL el obstetra francés Michel Odent en 2013 durante una visita al país.

El precursor del parto natural advierte que la presencia del padre durante el nacimiento de su hijo puede inhibir la liberación de oxitocina por parte de la mujer, la hormona fundamental para que las contracciones sean efectivas. Por eso, para el francés hay una relación directa entre la presencia de los futuros papás y la cantidad de cesáreas realizadas, que en Reino Unido alcanzan el 24%.

La recomendación es clara: nada de hombres en la sala de partos. “En el nacimiento tiene que reinar la femenización, y para eso las mujeres deberían estar acompañadas de familiares de su mismo sexo, parteras o doulas (asistentes no profesionales que brindan apoyo a la futura y reciente mamá)”, sostiene.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.

Perfil - 25/01/15

 POLEMIZANDO EVOLUCIONADAMENTE 

Desde nuestra óptica paidológica evolucionista podemos percibir desde nuestra clínica, aprendizaje en tarea, que la presencia espontanea del padre masculino reproductor nos dice de alguien que evoluciono desde el tiempo bíblico que establecía desde su época, los de las anteriores y limitaba hacia el futuro de que el parto era un tema de mujeres.
Evitaba así a los hombres de los libros sacros, en especial a los hebreos semitas surgidos en las tierras fenicias de Astarté, diosa madre y sus sacerdotisas del templo que vendían sus virginidades para crecentar la dote para sus nupcias. Así el Pueblo Judío, es el elegido por dios padre y hombre a aquellos que no iban “con prostitutas“, en aquella época sacerdotisas de Astarté Diosa Madre opuesta al Dios Padre Varón y Masculino, por no decir Macho irreverente mente.
Los chispazos temporales del tiempo histórico de estos miles de años fue luego de los elegidos de Dios Padre, sucedieron  sumando lo del Dios Hijo Jesús que nos libro a sus acólitos del pecado original, nacer de mujer, y que en su expansión guerrera heroica y martirologica, origino el Romanticismo, Derivado de los Romanceros, cantores juveniles  que acentuaban la fidelidad femenina castratoría  por décadas que los cruzados cristianos demoraban en volver, o no, de la reconquista del Santo Sepulcro de las Tierra Santa, Jerusalén,  Siguió trascurriendo el tiempo y mujeres atendiendo los partos, creando la partería y sus técnicas entre las que vale rescaftar el Fórceps, desarrollados por ellas. Por ahí aparecía un medico hombre alterando las cosas, como por aquel medico gordo  que atendió el parto de Maria Antonieta acostada en una mesa por serle imposible al obeso, agacharse para atenderla en cuclillas que era  lo usual en la época. Siguieron las mujeres cuidándose entre ella en la reproductivo y en la parición, hasta que ahí ya en los inicios de la modernidad contemporánea aparece en la posguerra de la segunda guerra mundial del 1939 al 1945  un quinquenio después, los médicos en el parto gracias a las solfas y el antibiótico penicilina aparecidos y que evitaban las infecciones hospitalarias trasmitidas por ellos en los partos desde la hospitalidad hospitalaria cerril y bacteriológicamente efervescente. Simultáneamente las Multinacionales de la alimentación al perder el mercado del soldado, crean la pediatría con su cultura de leche vacuna marketinera denominación “de formula” y los bebes perdieron las tetas maternas  y las mujeres su control productivo y reproductivo del amamantamiento, varias décadas mas y el desarrollo de las anestesias y la perdida de las técnicas obstétricas por parte de la cirugía medica, culmina en las enorme incidencia  de cesáreas innecesarias, y las mujeres pierden sus Vaginas y los bebes el abrazo vaginal de la parición y la iniciación del genoma intestinal al perder la incorporación de los lacto bacilos vulvovaginales femeninos. Y toda esta parafernalia medico institucional, necesita, al decir de Foucault, sus fortaleza penitenciaria llamada Hospital, en donde solo existe el protocolo y régimen estricto de las practicas medicas en donde los médicos enfrentados a la expresión máxima de la sexualidad femenina que es la parición  vulvar, ante el peligro de la auto castración, ante la efervescencia corporal cirujana masculina o masculinizada en la profesional femenina, surge el sastre –los griegos denominaban a los médicos como sastres, no disponían aun del termino “medico“, sastre con cuchillo que evita con una Cesárea el espectáculo de la vulva  expulsando de ella aquello que alguna lo introdujo por allí y así nacieron la episiotomía, corte vulvovaginal, y la evitación del arranque  abdominal de la criatura, evitándose así la renovación de la  explosión sexual  femenina de la parición.
Hace cuarenta años cuando iniciamos en Ñuñu, grupo femenino de apoyo al amamantamiento, las madres que concurrían nos manifestaban su martirologio medico quirúrgico obstétrico institucional y de ahí, el Nacer en Casa y sus senderos evolucionistas, de parto respetado, pato sin violencia y tanto mas en los que participaba el padre “macho reproductor “ superado de su restos femeninos homologaba su intervención en la parición acompañando las partera, y por ahí apareció algún partero hombre, asi como tantos desprevenidos transeúntes masculinos, sea bomberos, porteros, policías o simplemente peatones homologan los poderes de la sexualidad femenina y masculina para el cuidado de la parición humana.
La participación masculina en la reproducción humana en chispazos de tiempo evolutivo va recuperando para el ya compañero, ya camarada itinerante de la reproducción humana, una de las culminaciones sexuales humanas.



Dr. Jorge Washington Diaz Walker, Florida de Vicente Lopez, 28 enero del 2015

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