En el siglo V, AC o antes quizás los griegos enunciaban que el ser
humano nacía sin acabar y debía ser terminado con caricias y ternuras, mas allá
de que la cría fetal llegue a ser criatura al fin de su gestación humana de 33
meses , 9 en el paraíso corporal uterino y 24 meses en el abrazo mamario
materna.
Desde ÑuÑu hemos completado caricias y ternuras en el abrazo materno de
la crianza amamantando que como tal contiene, limita y luego se abre librando
al mundo que nos rodea.
Los traductores de Jhon Bowly en la “teoría del apego” continuación de
su gran producción de “Los cuidados
maternos y la salud mental del hijo”, interpretan Atachement (pegándose, adhiriéndose).
Comprometer la oxitocina como “gotita pegamento” en la cultura de la
crianza en biberón es desconocer la intimidad de la actividad de ese mensaje
hormonal presente en los hechos del amor sexual: coito, parto y amamantamiento.
En este último la cría no succiona para extraer el alimento materno sino para
posicionar el pezón en el fondo de su boca forzado por su lengua, ahí inicia un
mascar mas allá del pezón que provocara una
precoz y suficiente eyección láctea por acción de la oxitocina, hormona
mensajera del amor maternal. Esto es imposible con la crianza de la botella
biberón que amordaza la lengua, impide el mascar y la botella no emite
oxitocina
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