Me paso que a los tres meses de amamantamiento tuve
una mastitis; por supuesto que con mucha fiebre. Me acobarde y ante el llanto
de mi hijo, mi malestar e inexperiencia estuvimos de acuerdo, mi marido y yo de
darle una mamadera a nuestro bebe Fernando. Cuando mejore y me toco ir con mi
bebe al control pediátrico de rutina el doctor me recomienda mamaderas de leche
de una marca conocidísima y una popilla que fabrica una famosa empresa de
alimentación de origen suizo. Sucedió que cada vez que introducía la mamadera
en la boca de mi nene (de tres meses) se daba vuelta y se ponía a llorar. La
papilla terminaba escupida en el babero, también acompañada por el llanto.
Una escena patética fue cuando una vez nos quedamos mi
marido, mi suegra y yo impotentes al ver al nene a gritos, rechazando estas
“comidas de bebe”.
Recién se calmo cuando me lo prendí al pecho.
Sugirió entonces la siguiente preguntas en mi mente:
“Mientras que le daba el pecho el acto de comer le producía placer y le calmaba
sus angustias; ¿Por qué ahora no? ¿Por qué llora?
Aquí comenzó mi investigación hasta que llegue a ÑuÑu.
Tuve que armarme de coraje, no me anime de entrada
porque me parecía muy raro “eso” de que un grupo de personas se reuniera para
hablar de amamantamiento.
Otra de mis grandes dudas fue “A los tres meses un
bebe tienen que comer o no”.
Pues como toda madre inexperta del tema ante versiones
tan dispares: de los profesionales y demás personas que aconsejan se llena de confusión
y se encuentra como “perro en chancha de bochas” sin saber que hacer.
Así llegue a mi primera reunión de ÑuÑu de la que me
fui no demasiado convencida de lo que se trataba. Algo me quedo en claro: hasta
los seis meses o mas el bebe no necesita otra cosa que el pecho para
alimentarse.
Volví a casa y como gota de agua sobre un tronco seco
de mi cabeza comenzaron a resurgir conocimientos de mi formación, docente y
profesional. Spitz habla de la boca como cavidad primaria como única zona
perceptual especifica desde el nacimiento; dice también que “el reflejo de asir
el pezón con los labios en combinación con el succionar representan la única
conducta dirigida del instante al nacer. Mas adelante dice que “por que al
nacer los reflejos localizados dentro de la cavidad oral son los mas específicos
y seguros de todos, pues dichos reflejos hacen que se produzca la única
conducta humana dirigida, aun cuando no intencionada.” O sea que para el bebé el
mundo le entra por la boca y de entrada esa boca busca un pezón. Refiriéndome a
los pediatras, no creo que exista ninguno que por principio sostenga que la
leche materna sea perniciosa. Sin embargo se escuchan en la consulta lo
siguiente “yo estoy de acuerdo señora con que leche el pecho, pero…” y acá viene “tiene que darle
vitaminas”, si nota que ni tiene mas leche déle una mamadera de tal producto;
“no aumenta lo suficiente por que su leche no le alcanza”.
Entonces la mama que hasta ese momento estaba tratando
de superar los trances de las primeras semanas de amamantamiento y el nene que
ya se prendía al pezón succionándose en el regazo de su madre, encuentran que
en su relación incipiente de nuestro conocimiento aparece un tercer elemento
extraño que trata de imponerse en un primer plano en esta relación que es “lo
que dice el doctor”.
Al nene estos nuevos elementos que le dan no le gustan
nada y la mama temerosa e inexperta no sabe que hacer, “pero si lo dice el
doctor tienen que ser así”. “resultado la relación entre madre e hijo se ve
interferida, y si el nene rechaza “lo que según el doctor le hace bien”
comienza la típica historia: “Que trabajo me da este chico, no me toma los remedios. El “malo” de la
película pasa a ser este nene. Hasta que al final pueda aceptar estas cosas por
condicionamiento. Así es como queda desplazado el dialogo, placentero tanto
para madre e hijo en el que cada uno daba y recibía y crecía, por las
imposiciones. Estas me recuerdan a los experimentos de Pavlov con el perrito al
que a determinada hora se le daba comida, sonaba una campanilla y el estomago
segregaba el jugo gástrico al oír solamente la campanilla. Bah, se acostumbro.
Que lucha, eh.
Me pregunto: entonces, si ya de entrada le ofrecemos
este modelo de aprendizaje ¿Qué espacio queda para el dialogo y el juego de la
que tanto se habla en la educación moderna. La propuesta de ÑuÑu de reunir a
las madres y los padres (que son pocos los que puedan venir) para plantear sus
dudas y dialogar acerca de sus experiencias me pareció un “cable a tierra” de
muchas teorizaciones que hasta ahora solamente encontré en los libros. Estas
reuniones me ofrecen un marco de libertad y ya a la vez de continencia para
expresar todas mis dudas y para hablar de estos elementos extraños que interferencias
en mi relación madre-hijo.
Lic. Adrianda Strauss de Nieto
Psicologa
No hay comentarios:
Publicar un comentario