Familia. Se trata, idealmente, de un espacio de
afecto en el que sus miembros encuentran los recursos, valores y relaciones que
les permiten desarrollarse plenamente.
Pero la
familia está cambiando aceleradamente. Ante todo, porque ya familia no es matrimonio.
El
matrimonio, tal como lo conocimos desde hace siglos, está desapareciendo en
todo el mundo. En la CABA se divorcia una pareja cada hora y media. Por cada
dos que se casan, se separa una.
Y esas familias
o parejas comienzan débiles cuando son el resultado de un embarazo adolescente,
que en nuestro país no para de aumentar y que afecta especialmente a los
jóvenes más pobres: el 80% pertenece a los hogares del 20% con menores ingresos
y de este 80% de mujeres jóvenes pobres con hijos, el 70% no estudia ni trabaja.
Además del impacto del embarazo adolescente, las
otras características dominantes son la fragilidad de los vínculos y la
dificultad para planificar la vida. En nuestro país, el 69% de los embarazos adolescentes no son planeados, con las mismas
diferencias entre pobres y no pobres; además, una abrumadora mayoría (73%) se da sin convivencia formal.
Esos hijos no planeados llegan entonces, en su mayoría, en un momento en el que
la pareja no está consolidada y, por lo tanto, la crisis es altamente probable.
En los EE.UU. (no hay cifras para la Argentina), el 50% de las parejas
adolescentes no casadas se habrán separado antes de los cinco años y un 30% de
esas madres tendrán hijos con un segundo padre y un 20%, con un tercer padre.
Todas estas transformaciones de la estructura
familiar tienen al menos dos consecuencias. La primera, sobre la construcción
de la vida de esos hijos no planeados. Ante todo, la inestabilidad de sus
padres afecta la imagen paterna/materna, que es esencial para su crecimiento.
Asimismo, tienen menos posibilidad de estar cotidianamente con sus padres y, en
general, son hogares más pobres, por una simple razón: hay un sueldo en lugar
de dos. Un chico planeado y querido nace con ventaja. Y esa ventaja se ve
claramente al tiempo de completar el ciclo educativo, lograr un buen trabajo y
formar su familia.
La segunda implicancia se da en la movilidad
social y la equidad. Son tan fuertes las desventajas que sufren estos chicos
que un reciente estudio concluyó que ha aparecido en los EE.UU. una nueva clase social, "la de los
chicos no deseados de madres jóvenes pobres", cuyo futuro está
marcado: no solamente no progresarán, sino que muy probablemente terminarán
peor que sus padres.
El 30% de las parejas unidas en la CABA ya lo son
bajo la forma de cohabitación. Algunos analistas hablan de un
"matrimonio light", con diversas formas de convivencia y
mayor inestabilidad de las parejas. Las principales víctimas son las madres y
los hijos. En síntesis, el tema de la estabilidad familiar ha dejado de ser una
cuestión moral o religiosa, para convertirse en un tema de la máxima
importancia social. Con "poca familia" hay pobre desarrollo infantil,
limitada educación, vulnerabilidad ante la droga; peligro de repetir la
historia paterna. Los jóvenes frágiles son eslabón de reproducción de su propia
historia.
Para muchos, la solución fácil es proponer el
aborto. La solución es compleja, exige una opción preferencial por los pobres y
debe provenir de varios ámbitos de la política pública.
Ante todo, hay que anteponer la palabra
"familia" como uno de los ejes del pensamiento y de la acción,
pensando en la estabilidad y la fuerza de la pareja, más que en dimensiones
religiosas que forman parte de la decisión personal. Luego, agregar a las redes
de protección social mucha cercanía, consejo y diálogo en las primeras etapas
de la vida. El apoyo monetario sirve,
pero no alcanza cuando hay soledad o falta información. Se necesita una
activa política de salud sexual y reproductiva para que los jóvenes puedan
optar con libertad y no sean víctimas del azar. Las licencias por nacimiento y
las facilidades para la vivienda también pueden ayudar.
El camino es arduo y complejo, pero no por ello
podemos dejar que la no-familia se convierta en el principal eslabón de la
marginalidad y la inequidad.
La
Nación 7/03/2015
Jorge Washington Díaz Walker
desde Florida de Vicente López en recuerdo
del Albergue de la Niña Madre de ÑuÑu.
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